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“Ya de pequeña nunca quería llevar faldas, jugaba con los niños y me atraían las niñas”

Hamida, Algeria

“Creció en un pueblo de Argelia. Ya de pequeña nunca quería llevar faldas, jugaba con los niños y le atraían las niñas. Nunca podía explicar a su familia cómo se sentía. A los dieciocho años la familia comenzó a presionarla para que se casara. Para evitarlo, huyó a la ciudad de Oran.“

Allí se sentía más libre pero desde el principio tuvo problemas. No era una mujer femenina, nunca llevaba el velo y tenía el pelo corto. Cuando fue a la policía para denunciar que le habían agredido no la escucharon y la insultaron. A partir de ese día la policía la acosaba, la detenía, e incluso, la amenazaron de muerte.

Un día, al llegar a su edificio encontró a un vecino esperándola en la puerta. La insultó e intentó marcarle la cara con una navaja. Pero, al resistirse, le cortó el cuello de un lado a otro. Pasó quince días en coma. Estaba sola cuando despertó, y la volvieron a amenazar para que no lo denunciara.

Decidió irse, pero necesitaba tiempo y dinero. Un tiempo más tarde conoció a Malika, una chica del mismo pueblo que ella, y comenzaron una relación. Pero después de un tiempo, Malika decidió volver al pueblo, y Hamida, sola de nuevo, retomó sus pensamientos de irse.

La avisaron que había una patera que iba a salir. La cogió, y después de 18 horas llegó a Almería. La detuvieron, y le pusieron un traductor que la insultó por ser lesbiana. La llevaron al Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Zona Franca, en Barcelona.

Allí, contó su historia al trabajador social. Al día siguiente, Hamida conoció a la abogada de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, que le explicó que podía pedir la protección internacional en Cataluña.

Solicitó asilo y salió del CIE. Mientras esperaba su resolución, recibió una llamada. Era Malika, desde Jerez. Se volvieron a encontrar en Barcelona, donde la Malika pidió también asilo, aunque le fue denegado.

La vida no era fácil en Barcelona. Pero Hamida no se arrepentía de su cambio. Prefería sufrir los problemas que pudiera encontrar en Barcelona que volver a Argelia a padecer el acoso y el miedo.

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